
Hace unos días he recibido unas fotos desde Venecia. Mi amiga Elisa, romana de pura cepa y ardua trabajadora, se la sacó junto con su hermana Erika (otra buena amiga mía) en una
cafetería frente a la Catedral de San Marcos. Dejando aparte los 44 euros que les cobraron a ambas, llegó a mi cabeza
una reflexión sobre un sentimiento conocido por
todos y poco valorado.

He de expresar mi nostalgia. Cuando recuerdo mi experiencia
como británico y mi reciente viaje a Roma y alrededores siento una profunda tristeza... Y una enorme alegría!
Os voy a hablar de mis amigos extranjeros que tienen un buen nicho en mi corazón,
Elisa se convirtió en tres semanas en mi mayor
confidente y consejera de un valor enorme. Y por supuesto, mi mejor

compañera en el aprendizaje del inglés.
Tiene 29 años, dirige exitosamente la distribuidora italiana de mobiliario Mondo Convenienza (buscadla en Google) junto con su padre y su familia. Elisa es una persona soñadora y realista, y esas dos facetas a menudos chocan y la frustran porque su realidad no le permite en muchas ocasiones hacer posible sus sueños. Tiene una mirada intensa y analítica y como buena Leo, brilla con luz propia.
Tiene un novio encantador, Stefano, que me recibió en su hogar con la mejor de las hospitalidades, y aún en Italia, me siguió enseñando inglés tratándome como a uno más de la familia. Es un hombre típico italiano, militar, de fuertes valores humanos. Es burlón y risueño. Y tiene un corazón enormemente generoso. No le gusta ver el suelo sucio ni nada desordenado. Y como buen Libra, parece ser un rincón de equilibrio para Elisa.
Erika es la hermana de Elisa. Ama el arte, y lo estudia. Dirige el Departamento de la empresa encargada de diseñar la decoración de los diferentes stands de las tiendas, y tiene un gusto finísimo. Al hablar, canta. Sabe poco inglés, pero yo la entiendo cuando habla su melódico italiano. Tiene mucho carácter, pero es muy cariñosa. Su novio es Carabignieri, una especie de guardia civil, pero en italiano y con un uniforme más bonito. Ella está enamoradísima de él, y con razón.
Recuerdo perfectamente el día en el que Elisa, Erika y yo estuvimos en Tarquinia, y comimos en una pequeña "tasca" unos platos ricos ricos. Ese día fue el mejor, por la noche, acabamos encima de un castillo con cerca de 1500 años, y casi casi vemos los fuegos artificiales. Recomiendo altamente esta ciudad.
¿No sentirse nostálgico? ¿ No echar de menos a gente que te quiere y lo demuestra como Elisa y los suyos?
Elisa, Stefano y Erika me llevaron por toda la Roma que pude ver hasta hartarme. Y además por muchas ciudades del Lazio, descontando CittaVechia, que es donde me quedé. Una ciudad mediterránea hermosísima.
Yo cumplí un sueño, y encima de eso, el Padre me dio la suficiente amistad como para disfrutarlo al cien por cien. Mi semana en Italia me cambiaron.
Ahora lo sé.
Y cuando la vida te muestra, y tu te maravillas, siempre guardas en tu corazón cada instante de ese momento en el que tus ojos vieron al mundo de forma diferente. ¿Idioma? ¿Cultura? ¿Nivel social? Nada es impedimento para que la mayor bendición después de la vida, es decir, la amistad nazca entre las personas más inesperadas.